sábado, 26 de marzo de 2011

JAISALMER LA CIUDAD DE ORO...LA CIUDAD DE ARENA.

Esta ciudad que emerge de la arenas del desierto y es alumbrada por la luces del amanecer,  consigue que uno se sienta sumergido en cualquier cuento oriental de las Mil y Una Noches.
Un espectáculo casi mágico, es lo que nos encontramos cuando llegamos a la ciudad de Jaisalmer a muy pocos kilómetros de la frontera con Pakistan… sin duda, una de las más hermosas de todo el país.

No se puede decir que Jaisalmer este situada en un lugar demasiado accesible. En pleno desierto, todo viajero que quiera contemplarla debe desviarse de cualquiera de las rutas tradicionales de turismo que suelen surcar el país. Un largo camino por el centro del desierto del Thar es la aventura a recorrer para llegar a esta maravillosa ciudad. Durante nuestro viaje no es raro percibir numerososantílopes al lado del camino.


La posición estratégica de Jaisalmer en las rutas comerciales le proporcionó una gran riqueza, esta hizo que los mercaderes y ciudadanos edificaran magníficas viviendas y mansiones, todas bellamente construidas en madera y piedra caliza de color dorado. La ciudad situada a los pies de su grandioso fuerte, se ilumina aún por la fastuosidad de los señores y negociantes de antaño.
Jaisalmer decayó cuando las rutas que atravesaban el desierto fueron sustituidas por las marítimas, haciendo innecesario el paso por la ciudad. Esto y la falta de agua parecieron marcar el final, temiéndose que se despoblara.
Jaisalmer ha prosperado milagrosamente gracias al comercio y a los peajes de paso. Hoy Jaisalmer no recibe más caravanas del Próximo Oriente pero el turismo a descubierto las maravillas de esta ciudad y ahora está contribuyendo de manera definitiva en su renacimiento.
Sin duda lo más atractivo de la ciudad es su fuerte habitado. Este fuerte está construido con el mismo color dorado de la arena, ofreciendo a determinadas horas, sobre todo cuando al anochecer, un aspecto de cuento oriental. Edificado en 1156 como elemento defensivo frente a los pueblos que habitaban el desierto.
En el interior  del fuerte vive una cuarta parte de la población del casco antiguo y permanece rebosando de vida durante todo el día.
Una noche de acampada en su mágico y poderoso desierto hace vivir esta ciudad de manera vibrante e inolvidable.



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